Huelgan las palabras, como decían los viejos chistes de agencia de los tebeos de Bruguera...
Recuerdo la hermosa pantomima del artesano de caretas a la que se le quedaba pegada una careta de risa, la diferencia entre lo que expresaba su cara y la desesperación de su cuerpo por quitársela era indescriptible... Un verdadero maestro.
Au revoir, Marcel.